Índice

Apéndice I
La difusión impresa de los libros de caballerías en Inglaterra

Jordi Sánchez-Martí

Imprenta y libros de caballerías representan los dos términos necesarios de un binomio exitoso, pues sin el invento tecnológico de Johann Gutenberg difícilmente hubiésemos asistido al desarrollo literario y expansión editorial que los libros de caballerías castellanos alcanzaron a lo largo del siglo XVI en el conjunto de Europa occidental. Tal es así que los estudiosos han acuñado el concepto de género editorial para referirse al modelo de éxito comercial que estos libros caballerescos alcanzaron en tierras españolas, gracias al empeño de libreros e impresores (Infantes). Para ello consiguieron dotar al género de una cierta homogeneidad en lo que a su presentación física se refiere, caracterizada por la adopción del folio como formato único, el uso prioritario de la letra gótica rotunda (Gaskell 18), la disposición del texto en dos columnas y la inclusión en la portada de un grabado, normalmente con un caballero a lomos de su montura (Lucía Megías). La fórmula sobre la cual se cimentó el éxito editorial del género surgió al combinar estos códigos físicos y visuales con la retórica narrativa de estas extensas obras, caracterizadas por su organización episódica.

La popularidad de este amplio conjunto de obras no quedó circunscrita a la Península Ibérica, pues no tardaron en aparecer impresiones fuera de nuestras fronteras. Si la primera edición que se conserva de Amadís de Gaula, libros I-IV, data de 1508 (Martín Abad 88)1, en 1519 ya encontramos otra edición publicada en Roma a manos del impresor Antonio Martínez de Salamanca, a la cual seguiría en 1525 su propia impresión del libro V del ciclo amadisiano, conocido con el título de Las sergas de Esplandián (Neri, «Romanzo cavalleresco» 92-93)2. Sin embargo, el verdadero impulso internacionalizador de este corpus literario hay que atribuirlo a la publicación de las traducciones que se hicieron a las principales lenguas occidentales, empezando por el francés. En 1540 salía de las prensas parisinas de Denis Janot la traducción del libro I de Amadís realizada por Nicolas de Herberay des Essarts, libro que marcaría un hito tanto por la estilizada prosa del traductor, como por la lograda presentación del volumen. Herberay se tomó grandes libertades como traductor, amplificando las descripciones más sensuales y el análisis psicológico de los personajes, todo con un lenguaje moderno y elegante (Bideaux 64-65). El tratamiento cuidadoso que Herberay dio a la versión francesa encontró justo acomodo en la exquisita edición de Janot, impresa en folio, con la letra redonda tan en boga en Francia en la época (Carter 127-38), amplios márgenes y refinadas ilustraciones (Rawles 377-79), convirtiendo el Amadis francés en modelo de buen gusto retórico y en catalizador del éxito comercial de las traducciones francesas de los ciclos amadisiano y palmeriniano3. Que duda cabe de que las numerosas ediciones de libros de caballerías que se publicaron en francés en los años posteriores representaron un fenómeno editorial cuyos efectos se dejaron sentir en países colindantes. Así pues, no tardaron en aparecer versiones italianas tanto de Palmerín de Olivia (1543), como de Amadís de Gaula (1546), traducidas directamente del castellano por Mambrino Roseo da Fabriano4. Lo mismo ocurrió en los Países Bajos, donde en 1546 se publicó la versión neerlandesa de los libros I y II de Amadís traducidos directamente del castellano por el propio impresor Marten Nuyts (Selm 103-4, 109). En el caso de Alemania, el ciclo de Amadís alcanzó cotas de popularidad considerables, aunque las primeras ediciones se empezaron a publicar a partir del año 1569, traducidas no a partir del original castellano sino de las versiones francesas de Herberay (Weddige 29-35).

p. 204Si las traducciones alemanas de Amadís empezaron a cautivar a sus lectores transcurridos más de 70 años desde que los libros de caballerías iniciasen su andadura impresa a finales del siglo XV, la aparición de las primeras traducciones inglesas aún se demoraría al menos nueve años. Quizás una de las razones principales que explique el retraso comparativo con el que se empezó a publicar el corpus de los libros de caballerías en Inglaterra haya que encontrarla en la pervivencia de los romances medievales ingleses tras la introducción de la imprenta en Inglaterra en 14765. Este rico corpus literario, tanto en verso como en prosa, adquirió un protagonismo importante durante todo el periodo incunable y hasta 1535 (Sánchez-Martí, «Transmission»), que se renovó posteriormente entre los años 1553 y 1569 de la mano del impresor William Copland (Sánchez-Martí, «Publication»). La vigencia de estos romances populares hasta prácticamente la década de 1570 permitió a los libreros e impresores ingleses proporcionar las dosis necesarias de literatura caballeresca a sus lectores. No obstante, ante la imposibilidad de renovar el catálogo de títulos de romances medievales, prácticamente se vieron obligados a introducir nuevos textos caballerescos de inspiración foránea.

La forma en la que se publicó la primera traducción inglesa de un libro de caballerías nos indica que, inicialmente, la decisión no formaba parte de una estrategia predeterminada. En 1578 Thomas East imprimía The Mirror of Princely Deeds and Knighthood, traducción de la primera parte del libro I del Espejo de príncipes y caballeros, obra de Diego Ortúñez de Calahorra, de 1555. Sorprende que la obra elegida para inaugurar la difusión impresa de nuestro corpus en Inglaterra no perteneciese a los ciclos principales, cuya popularidad y potencial comercial estaban más que contrastados. Hay que añadir a esta otras dos consideraciones atípicas que demuestran que Mirror fue en realidad una excepción: primero, fue traducido por una mujer, de nombre Margaret Tyler, sin ninguna otra producción literaria conocida; segundo, Tyler tradujo directamente del original castellano6. No obstante, la apuesta de Thomas East se demostró que fue acertada, pues a los dos años volvía a reimprimir la traducción de Tyler, prueba de que ya se habían agotado todos los ejemplares de la primera tirada.

El éxito cosechado por East con su primera edición de Mirror tuvo dos consecuencias directas. En primer lugar, East quiso darle continuidad a la publicación de todo el ciclo del Espejo, así que entre 1583 y 1586 lanzó al mercado las partes segunda y tercera del libro I (II y III en la tabla 1), así como la continuación de Pedro de la Sierra, obra originalmente publicada en 1580 (IV-V en la tabla). Dado que Tyler no practicaba la traducción literaria de forma profesional, East tuvo que encargar las traducciones de estas partes a un tal R. P., que se ha identificado con Robert Parry (Sánchez-Martí, «Parry»). La segunda consecuencia es que alertó a los competidores de Tyler sobre el posible interés del público inglés por leer textos caballerescos de origen foráneo, hispánico en este caso. Así pues, a la vista de la buena respuesta que consiguió East con el Mirror, el impresor John Charlewood quiso capitalizar el interés del público por este tipo de textos y el 13 de febrero de 1581 obtuvo la concesión de una licencia por parte del Gremio de Impresores y Libreros para publicar una traducción de Palmerín de Inglaterra. En definitiva, el Mirror de Tyler «consiguió poner de moda el género» de los libros de caballerías en Inglaterra (Boro 11) y sirvió de acicate para que otros impresores y traductores se animasen a invertir en este corpus literario.

p. 205

Tabla 1
Ediciones inglesas de Espejo de príncipes y caballeros

Título

Año

Impresor

Traductor

Mirror of Knighthood, I

1578

Thomas East

M. Tyler

1580?

Thomas East

M. Tyler

1599?

Thomas East

M. Tyler

Mirror of Knighthood, II

1585

Thomas East

R. Parry

1599

Thomas East

R. Parry

Mirror of Knighthood, III

1586?

Thomas East

R. Parry

1598/99?

Thomas East

R. Parry

Mirror of Knighthood, IV-V

1583

Thomas East

R. Parry

1598

Thomas East

R. Parry

Mirror of Knighthood, VI

1598

E. Allde para C. Burby

R. Parry

Mirror of Knighthood, VII

1598

T. Purfoot para C. Burby

R. Parry

Mirror of Knighthood, VIII

1599

T. Creede para C. Burby

L. Ashwell?

Mirror of Knighthood, IX

1601

S. Stafford para C. Burby

R. Parry?

A diferencia del resto de países europeos, donde las energías editoriales se dedicaron en un primer momento y de forma prioritaria al ciclo de Amadís, en Inglaterra la publicación de los textos caballerescos hispánicos tomó otros derroteros, pues los libros I-IV del ciclo amadisiano no estuvieron disponibles en traducción inglesa hasta el año 1618, justo cuarenta años desde que viese la luz la primera edición de Mirror. ¿Qué causas motivaron este posicionamiento editorial tan distinto al del resto del continente? Si consideramos que la traducción de Tyler fue una excepción que solo marcó la línea editorial de East, podemos adivinar un trasfondo nacionalista en la decisión que tomaron los otros impresores ingleses, para quienes Amadis de Gaule estaba intrínsecamente ligado a Francia (Galia). En cambio, debieron de pensar que una obra como Palmerin of England, solo por la referencia nacional del título, ya resultaría más atractiva a los lectores ingleses y, por lo tanto, potencialmente más lucrativa (Thomas 188). En otras palabras, la elección de Palmerín de Inglaterra como punto de partida para la publicación ordenada de los libros de caballerías se basó en razones puramente comerciales, pensadas para medir el tirón que podría tener la vinculación nacional del héroe para el público inglés, desconocedor todavía de las ramificaciones narrativas del género7.

De la edición príncipe de Palmerin of England no se ha conservado ningún ejemplar, aunque tenemos certeza sobre la existencia de una edición anterior a la de 1596 (vid. tabla 2) gracias a unas anotaciones contables del librero Thomas Marshe, fechadas en 1585 (Plomer 328). La popularidad y correspondiente lectura reiterada debieron de provocar el deterioro y destrucción de todos los ejemplares de la edición príncipe, explicando así su completa desaparición. No obstante, las circunstancias en las que se produjo la traducción y primera publicación de la versión inglesa de Palmerín de Inglaterra resultan relevantes a la luz del redactado de la licencia concedida por el Gremio de Impresores y Libreros, donde se estipula que «si cuando se publique [la traducción de Palmerín de Inglaterra] se encuentra alguna cosa en el libro que merezca ser censurada, que todas las copias sean destruidas y quemadas» (citado en Hamilton 37). A consecuencia de su asociación directa con la España católica, este género despertaba suspicacias en la Inglaterra protestante, como se deduce de la condición impuesta en la licencia, obligando así a su traductor, Anthony Munday, a actuar con extrema precaución en su traducción, de la cual elimina toda referencia que pueda resultar sospechosa de catolicismo.

p. 206

Tabla 2
Ediciones inglesas pertenecientes al ciclo de Palmerín

Título

Año

Impresor

Traductor

Palmerin d’Oliva, I-II

1588

J. Charlewood para W. Wright

A. Munday

1597

Thomas Creede

A. Munday

c. 1609 (I)

Thomas Creede

A. Munday

1615/16

Thomas Creede y Bernard Alsop

A. Munday

1637

Bernard Alsop y Thomas Fawcet

A. Munday

Palmendos

1589

J. Charlewood para S. Watersonne

A. Munday

1596

A. Islip para W. Barley

W. Barley?

1653

Elizabeth Alsop

A. Munday

1663

Thomas Fawcet

A. Munday

Primaleon of Greece, I-III

1595/96 (I-II)

J. Danter para C. Burby

A. Munday

1597? (III)

J. Danter para C. Burby (?)

A. Munday

1619

Thomas Snodham

A. Munday

Palmerin of England, I-III

1581? (I-II)

J. Charlewood para W. Wright (?)

A. Munday

1596 (I-II)

Thomas Creede

A. Munday

1602 (III)

J. Roberts para W. Leake

A. Munday

1609 (I)

Thomas Creede

A. Munday

1616 (I-II)

Thomas Creede y Bernard Also

A. Munday

1639 (I-II)

Bernard Alsop y Thomas Fawcet

A. Munday

1664 (I-II)

R. Ibbitson para S. Speed

A. Munday

1685

Para W. Thackeray y T. Passinger

J. Shirley

Merece la pena detenernos en la figura de Anthony Munday, sin duda alguna el principal impulsor de las traducciones inglesas de libros de caballerías8. Si bien en el caso de Mirror el primer interesado en su promoción impresa fue el impresor Thomas East y más tarde el editor Cuthbert Burby, el resto de libros de caballerías publicados durante el periodo isabelino vieron la luz gracias al empeño y capacidad de convicción de Munday9, quien debió de negociar individual y simultáneamente con distintos impresores y libreros para colocar sus traducciones en el mercado. El éxito alcanzado en estas negociaciones sirvió para que nuestro corpus adquiriese una presencia notable en el mercado del libro inglés y ocupe un lugar respetable en la historia de la literatura inglesa. Sin embargo, la crítica anglosajona no ha tratado a Munday con justicia, sino que le ha tachado de tener «inclinaciones mercenarias» en su forma de actuar (Thomas 188)10.

p. 207Si tenemos en cuenta que el libro de Thomas fue traducido al castellano en 1952 y alcanzó un predicamento importante entre filólogos de habla hispana11, se hace imperativo rectificar sus prejuicios en contra de Munday como traductor de libros de caballerías. Thomas le critica por traducir principalmente a partir de versiones francesas intermedias, en lugar de usar los textos originales: «por razones comerciales, [Munday] adoptó el método más económico, aunque inferior, de traducir del francés» (Thomas 188). La práctica de traducir desde el francés –o usando versiones intermedias– estaba muy extendida y era aceptada en la Inglaterra isabelina, con lo cual la decisión de Munday de realizar prácticamente todas sus traducciones a partir de versiones francesas, posiblemente motivada por su desconocimiento del español y el portugués así como porque en Inglaterra era materialmente más fácil conseguir los libros que se publicaban en Francia que los impresos en la Península Ibérica, queda plenamente justificada en su contexto histórico y no existe ningún tipo de motivación espuria. Thomas también explica que Munday «montó en su país un taller de traducción de novelas de caballerías de origen extranjero» (188), para de esa forma poder justificar su prolífica actividad traductora en este género (vid. tablas 2, 3 y 4). No obstante, no se aporta ni una sola prueba que nos lleve a pensar que tal taller existiese y, por lo tanto, no se puede culpar a Munday de apropiarse del trabajo realizado por sus supuestos ayudantes. Por último, Thomas también le atribuye a Munday la decisión de dividir «los libros de acuerdo con su propio plan. Su traducción del Palmerín de Oliva [sic] fué publicada en dos partes» (188-89). Thomas le afea este acto porque Palmerín de Olivia había aparecido siempre publicado en un solo volumen tanto en España, como en Francia e Italia. No obstante e independientemente de cómo queramos valorar la decisión, esta es atribuible al editor, William Wright, o si preferimos la decisión «debió de ser consensuada entre Munday, Charlewood y Wright», pero nunca tomada por Munday en solitario (Sánchez-Martí, «Palmerin d’Oliva» 60-61).

Tabla 3
Ediciones inglesas pertenecientes al ciclo de Amadís

Título

Año

Impresor

Traductor

Amadis de Gaule, I

1590?

Edward Allde

A. Munday

1619

Nicholas Okes

A. Munday

Amadis de Gaule, II

1595

A. Islip para C. Burby

A. Munday

1619

Nicholas Okes

A. Munday

Amadis de Gaule, III-IV

1618

Nicholas Okes

A. Munday

Amadis de Gaule, V

1598

A. Islip para H. Jackson

?

1664

T. Johnson para A. Kembe

?

Amadis de Gaule, VI

1652

Jane Bell

F. Kirkman

Amadis de Gaule, VII

1693

J. Deacon y J. Blare

?

1694

J. Deacon y J. Blare

?

Amadis de Gaule, VIII

1664

Robert Ibbitson

W. P.

p. 208

Tabla 4
Ediciones inglesas de libros de caballerías sin adscripción a ningún ciclo

Título

Año

Impresor

Traductor/Autor

Bellianis of Greece, I

1598

Thomas Creede

L. A.

1650

Bernard Alsop

L. A.

1663

E. Alsop y T. Fawcet

L. A.

1671

Thomas Johnson

F. Kirkman

1672

E. Tyler y R. Holt

L. A.

1673

-

L. A.

1678

Para Thomas Passinger

L. A.

1683

Para Thomas Passinger

L. A.

1700?

W. O.

-

Bellianis of Greece, II

1664

Thomas Johnson

F. Kirkman

1671

Thomas Johnson

F. Kirkman

1673

-

F. Kirkman

1683

-

J. Shirley

1700?

W. O.

-

Bellianis of Greece, III

1672

Thomas Johnson

F. Kirkman

1673

-

F. Kirkman

1683

-

J. Shirley

Palladine of England

1588

E. Allde para J. Perrin

A. Munday

1664

Thomas Johnson

A. Munday

1700?

J. Foster para J. Marshal

A. Munday

En realidad, los impresores ingleses no fueron los primeros en imponer la fragmentación textual de los libros de caballerías castellanos en segmentos menores a los de su primera impresión. Pensemos que Janot ya publicó cada uno de los libros de Amadís traducidos por Herberay en volúmenes independientes. Y previamente Francisco Delicado también había impuesto una división en tres libros al Primaleón de Grecia en la edición veneciana impresa por Antonio de Nicolini de Sabio en 1534 (Hernández Pérez 124). Cuando se inicia la publicación de esta obra en Inglaterra, no solo se mantiene la división tripartita de la misma, sino que se extirpan los primeros treinta y dos capítulos, que son publicados en 1589 como obra separada bajo el título de Palmendos (Álvarez-Recio, «Palmendos»)12. El resto del Primaleón fue publicado en tres volúmenes independientes que aparecieron entre 1595 y 159713. Si bien es cierto que la decisión de fragmentar los libros de caballerías beneficiaría a editores e impresores al ver disminuir su exposición al riesgo financiero, hay un elemento adicional específico del contexto inglés: el interés comercial por atraerse al público lector de los romances tradicionales ingleses impresos, textos de extensión más reducida y con costes de producción y venta también menores.

p. 209El ciclo hispánico del Palmerín quedaba pues completo en traducción inglesa en 1597, a falta de verter a esta lengua solo Platir (1533)14. Es interesante señalar que Munday consiguió incorporar una continuación al Palmerin of England (1602), texto compuesto en italiano por Mambrino Roseo da Fabriano y que Munday tradujo directamente desde el original (Hamilton 39-45). La iniciativa de añadir esta continuación o libro III de Palmerin of England, que no procedía de las fuentes hispánicas, muestra el interés que el ciclo de Palmerín había despertado entre los lectores ingleses. Como se indica en la tabla 2, dicho interés se mantuvo vivo durante buena parte del siglo XVII, especialmente en el caso de Palmerin of England, la obra del ciclo que primero se tradujo, que fue reeditada en más ocasiones y durante un periodo más prolongado.

Si la década de 1580 estuvo marcada por el empeño de Munday en traducir y publicar la práctica totalidad del ciclo palmeriniano, la década de 1590 se iniciaba con la publicación de su traducción del libro I de Amadís de Gaula (vid. tabla 3), vertida al inglés directamente desde la versión de Herberay. El libro II aún tardaría en aparecer otros cinco años, pero la traducción no iba firmada con el nombre de Munday, sino con el de Lazarus Pyott, que se ha demostrado era un seudónimo del propio Munday (Wright). Resulta extraño que la siguiente traducción del ciclo amadisiano en ver la luz correspondiese al libro V (1598), sin que se hubiesen publicado los libros III y IV, partes que tardarían aún veinte años en ser impresas. Esta alteración arbitraria del orden de publicación no respondía a ninguna estrategia comercial, como ocurriera con el caso de Palmerin of England, sino que fue el resultado de la controversia entre los impresores Edward Allde y Adam Islip a propósito de los derechos de impresión del ciclo de Amadís. En noviembre de 1594 el Consejo del Gremio de Impresores y Libreros dirimió la controversia determinando «que el citado Adam Islip imprimirá la segunda parte de Amadis de Gaule y que el mencionado Edward Aldee [sic] imprimirá los Libros primero, tercero y cuarto de Amadis de Gaule, y que el susodicho Adam imprimirá el resto de libros o partes hasta la duodécima» (citado en Moore 112). Dado que Allde no ejecutó sus derechos de impresión de los libros III y IV, la continuidad narrativa del ciclo se vio interrumpida y, como consecuencia de ello, la publicación del libro V por Islip no obtuvo el favor del público al romper toda secuenciación con las traducciones existentes. El resultado de esta controversia en la práctica impidió que el ciclo de Amadís, hasta el libro XII, fuese publicado en versión inglesa entre finales del siglo XVI y principios del XVII.

p. 210Desde que apareciese la primera edición de Mirror en 1578, todas las traducciones inglesas de libros de caballerías fueron publicadas con idéntico formato y presentación: volúmenes en cuarto, impresos con la letra gótica típica de Inglaterra –también conocida como black-letter15– y sin ningún tipo de ilustración, más allá de las letras iniciales ornamentales (vid. fig. 1). Se trataba de un producto sin grandes pretensiones que podía resultar accesible a un segmento de consumidores cuyo poder adquisitivo no necesitaba ser particularmente elevado. Resulta pues relevante destacar que entre 1618 y 1619 se publicó una edición de los libros I-IV de Amadis de Gaule cuya presentación comparativamente podría considerarse de lujo: se imprimió en formato folio, con letra redonda, a dos columnas y con una ilustración elaborada ex profeso para esta obra16. A pesar de su ejecución estéticamente superior, este formato quedó limitado a la publicación de esta edición de Amadis de Gaule, libros I-IV, simbólicamente resaltando su ascendencia literaria sobre el resto de libros de caballerías, pues como dijo el cura en Don Quijote, «este libro fue el primero de caballerías que se imprimió en España, y todos los demás han tomado principio y origen déste» (Cervantes 77).

Fig. 1. Palmerin d’Oliva (Londres, 1588), sign. a1r. Folger Shakespeare Library, ref. STC 19157. Con permiso.

p. 211Hasta finales de la década de 1630 no volvió a imprimirse ningún libro de caballerías en Inglaterra. En concreto, se publicaron sendas ediciones de Palmerin d’Oliva (1637)17 y Palmerin of England (1639), producidas ambas por los impresores Bernard Alsop y Thomas Fawcet, quienes mantuvieron el formato tradicional en cuarto y black-letter. Este formato, que se venía utilizando para el género desde 1578, se abandonó en 1652 con la publicación del libro VI del ciclo amadisiano, que en realidad se corresponde con el libro VII del ciclo castellano conocido con el título de Lisuarte de Grecia, obra de Feliciano de Silva (Ortiz-Salamovich 170). Esta edición se publicó también en cuarto, pero se optó por una tipografía redonda para el texto de la obra (vid. fig. 2). En parte este cambio en la presentación es atribuible al traductor, Francis Kirkman, figura clave en la difusión de los libros de caballerías durante la segunda mitad del siglo XVII (Pardo García 101). Para Kirkman la lectura de los libros de caballerías jugó un papel determinante en su vida, hasta tal punto que decidió aprender francés por su cuenta con el objetivo de poder traducir la versión francesa de Lisuarte de Grecia y vendió los fondos de su biblioteca para sufragar los costes de publicación de esta edición (Sumillera, «Kirkman» 189).

Fig. 2. Amadis de Gaule, libro V (Londres, 1664), portada. Folger Shakespeare Library, ref. 166-407q. Con permiso.

p. 212La importancia de Kirkman radica en el impulso renovado que infundió al corpus de los libros de caballerías, facilitando de nuevo su difusión impresa a partir de su edición de Amadis de Gaule VI, que encontraría continuidad en la publicación de los libros VII y VIII (Ortiz-Salamovich 171-75)18. Aparte de esta traducción, Kirkman se arrogó las funciones de autor y escribió por iniciativa propia la continuación de Bellianis of Greece, aparecida como los libros II y III (Sumillera, «Belianis» 147-55). Se trata del único caso de composición original de una continuación inglesa a un libro de caballerías castellano, que revitalizó considerablemente la presencia en Inglaterra de Belianís de Grecia, obra de Jerónimo Fernández.

Esta fase final en la difusión impresa de los libros de caballerías en Inglaterra se caracterizó no solo por su presentación modernizada, sino porque se había transformado en un producto destinado ya casi exclusivamente a las capas más populares de la sociedad. Se hicieron pues pocas concesiones de orden literario, hasta tal punto que en la década de 1680 John Shirley –a veces escrito Shurley– decidió comercializar versiones abreviadas de algunos de estos libros de caballerías precisamente para ese público más modesto, como son Bellianis of Greece, II-III (1683), Amadis de Gaule (1684-85)19 y Palmerin of England (1685).

Este breve recorrido por la historia de la difusión impresa de los libros de caballerías en Inglaterra pone de manifiesto que se trató de un fenómeno prolongado en el tiempo que consiguió despertar el interés de todo tipo de lectores, desde las clases más privilegiadas –con la edición de Amadis en folio de 1618-1619– hasta las clases más populares –con las versiones abreviadas preparadas por Shirley en la década de 1680. Tenemos pues constancia de que estas obras de origen hispánico dejaron su huella en la cultura literaria de Inglaterra y fueron de lectura habitual en todas las esferas sociales durante el periodo isabelino. En otras palabras, los libros de caballerías cautivaron la imaginación de generaciones de lectores ingleses entre los siglos XVI y XVIII20; sin embargo, la vitalidad y dinamismo del género entre el público lector no han encontrado justo reflejo en la historia literaria de Inglaterra, anomalía que confiamos se pueda ir rectificando.

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1.Pese a ser el testimonio impreso más temprano de esta obra, parece que la edición príncipe de la versión de Garci Rodríguez de Montalvo fue impresa hacia el año 1496 (Ramos).

2.En los años siguientes aparecieron ediciones venecianas de los textos originales castellanos de Amadís de Gaula (1533), Palmerín de Olivia (1526, 1534) y Primaleón de Grecia (1534); cfr. Neri («Romanzo cavalleresco» 93-100). El libro castellano en Italia tenía claras connotaciones de prestigio social, hecho que facilitó en un primer momento la penetración de estas ediciones entre las élites italianas (Bognolo, «Libro español» 246).

3.Para la difusión de los libros de caballerías en Francia, véase Thomas (151-67). Para ejemplos de la presentación del texto de Amadis en Francia, véanse las ilustraciones en Roubaud (320-21). Nótese que, a diferencia de lo que ocurriera en España, la publicación de Amadís y de los otros libros de caballerías en traducción francesa no se limitó al formato folio, sino que se comercializó en formatos diferentes para alcanzar a un público lo más amplio posible, aunque fue siempre impreso en letra redonda (Sánchez-Martí, «Popularization» 169-74).

4.Para información sobre Roseo, véase Bognolo («Mambrino Roseo»). La difusión italiana del ciclo amadisiano está descrita por Neri («Ciclo italiano» 141-49). Para el ciclo palmeriniano, véase Bognolo («Palmerines»).

5.Entiéndase aquí el término romance con el sentido que le da Pardo en el estudio de este libro, el mismo que justifica la acepción del término en el diccionario de la RAE como «novela o libro de caballerías, en prosa o en verso» (DRAE, s.v. romance, n. 5; cfr. Galván 114).

6.Existe una edición crítica reciente (Tyler); para un estudio en castellano de la obra y el tipo de traducción, véase Boro. Para información biográfica sobre Tyler en castellano, véase el trabajo de Perni Llorente.

7.Munday da fe de que la decisión no estaba justificada por razones literarias y se queja de que «in my translating they came last which should haue bin first» (Munday 749.10-11: «mis traducciones [del ciclo de Palmerín] que se publicaron después debieran haberse publicado primero»). El interés de los editores por explotar comercialmente esa asociación de los libros con Inglaterra también explicaría la temprana aparición de Palladine of England (1588), traducción de Don Florando de Inglaterra, obra que no tiene vinculación narrativa con ninguno de los grandes ciclos (López Avilés); véase tabla 4.

8.Para información biográfica sobre Munday, véase Wilson.

9.Henry Thomas, en cambio, parece atribuir este impulso a los editores (188).

10.La consideración negativa de Munday fue generalizada durante el siglo XX y se hizo extensiva también a los textos caballerescos que tradujo, hasta el punto de afirmar que «son merecedores del olvido en el que se encuentran sumidos» («they deserve the oblivion in which they have fallen», Patchell XII). El problema es que está marginalización ha derivado en desconocimiento; así, en su anotación al texto de Frankenstein, Marilyn Butler llega a afirmar que Amadís «was first translated into English from Garcia de Montalvo’s [sic] Spanish version by [Robert] Southey in 1803» (Shelley 254), ignorando pues toda la tradición inglesa anterior.

11.Como ha señalado Pardo García, el libro de Thomas ha sido para muchos «el punto de partida inexcusable para cualquier investigación sobre el tema» de las traducciones inglesas de los libros de caballerías (96).

12.Nótese que en 1596 se imprimió una traducción diferente, posiblemente obra del editor y librero William Barley, que apareció con el título de Historia deleitosa de la bella Celestina (Álvarez-Recio, «Barley» 185-86, y «Palmendos» 91-92).

13.No se conserva ningún ejemplar de la edición de 1597 del Primaleon of Greece III (Hernández Pérez 127).

14.Hasta la fecha solo existe edición moderna de Palmerin d’Oliva (Munday, Palmerin), obra inaugural del ciclo. No tenemos constancia de que Platir se llegase a imprimir.

15.Nótese que «Hasta mediados del siglo xvi, la gótica fue la letra corriente [en Inglaterra] a todos los efectos» y que «en el reinado de Isabel, la romana comenzó a ser más popular y aproximadamente hacia 1580 el uso de la gótica en comedias y en las obras poéticas inglesas de mayor calidad […] casi había desaparecido» (McKerrow 309). Es decir, su pervivencia en las ediciones de los libros de caballerías contribuía a identificar nuestro corpus literario con los gustos de las clases populares y pasó a ser una marca anacrónica identificativa del género, sobre todo durante la primera mitad del siglo XVII.

16.Para una reproducción facsímil del grabado que ilustra la portada, véase Hotchkiss y Robinson (106).

17.Nótese que en la Biblioteca de la Universidad de Alicante (signatura FA/012) se conserva una copia de la edición de 1637 de Palmerin d’Oliva, que es el único ejemplar de libros de caballerías ingleses que existe en España.

18.Nótese que el libro VIII del ciclo amadisiano en versión inglesa en realidad se corresponde con el Lisuarte de Grecia de Juan Díaz (cfr Ortiz-Salamovich 173). Erróneamente Mancing (140) no computa esta publicación entre las ediciones inglesas del ciclo amadisiano.

19.No se ha conservado ningún ejemplar; cfr. Sánchez-Martí («Shirley» 202).

20.El propio Dr. Samuel Johnson fue un ávido lector de este tipo de narrativa; cfr. Boswell (36). Asimismo Mary Shelley retrata a Henry Clerval, íntimo amigo de Victor Frankenstein, como aficionado a la lectura de romances caballerescos en sus años jóvenes y cita Amadis entre sus obras favoritas (Shelley 21).